El producto estrella de nuestra gastronomía ha estado siempre en nuestras vidas, desde hace cientos de años. O eso dicen… Lo cierto es que este producto tiene una historia tan larga que, en ocasiones, las distintas versiones de la misma se contradicen.
Su nombre proviene del latín, de botŭlus, que sería el equivalente a lo que llamaríamos «embutido». Y embutidos hay en España y Portugal, pero no todos son tan peculiares como el botillo.
El botillo es un producto que es un signo de toda una tierra, la comarca de la que procede, pero es conocido en casi toda España. Y seguro que parte del extranjero. Esta fama mundial de un actor gastronómico de curioso aspecto e inconfundible sabor se debe a sus muchas peculiaridades en conjunto. Pero también a que ha tenido buenos escaparates.
El primero es el Camino de Santiago. Ya desde la Edad Media, a partir de que en el siglo XII la vía a Compostela se convirtiera en una importante zona de intercambio económico y cultural, El Bierzo ha sido visitado y cruzado por millones de personas.
Esto ha permitido que sus paisajes, pero también sus productos, gocen de una visibilidad internacional que le permite ser capaz de enamorar el corazón y el paladar de personas de todo el mundo.
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